ace
muchos años, antes de la época de los vikingos, vivía
en Constantinopla el emperador Hugoberto. Era ya hombre mayor y gobernaba
el imperio de los Griegos con suma sabiduría. Un día sintió que
le quedaba poco tiempo de vivir. Se acomodó en su cama y llamó a
sus tres hijos para repartir su reino entre ellos. A Bogo dio las tierras
bañadas por el Mar Negro y a Walmuto los países ribereños
del Danubio, mientras a Loboberto, su primogénito, tocó el
reino de Grecia y la ciudad imperial Constantinopla. Después recibió al
conde Roger de Barcelona y le dijo con la voz ya bastante apagada: "Mi
fiel Roger, como en su día mi padre habló contigo, así tengo
que hacerlo yo ahora. Cuídame a mi Loboberto y dale tus consejos
tan sabios. Lo va a necesitar, ya que sus hermanos son envidiosos y le
menosprecian por el hecho de haber sido encontrado en una madriguera
de lobos." Dicho esto, Hugoberto cerró sus ojos y exhaló su
alma.
elebrado
el sepelio, el conde Roger dejó Constantinopla bajo
la regencia de un vasallo y se fue junto con Loboberto a Barcelona. Allí quería
impartir clases en el manejo de todo tipo de armas a su discípulo,
además de educarle en la cortesía y el buen gobierno.
ero
apenas se habían echado a la mar, cuando sus malvados hermanos
se apoderaron de Constantinopla con la ayuda de un ejercito enorme. Decretaron "Loboberto
nació antes del matrimonio de nuestros padres, ¿quién
sabe si es su hijo legítimo?"
sta
mala nueva llegó también hasta Barcelona. Inmediatamente
el conde Roger preparó una fuerza compuesta por Loboberto, sus
propios 16 hijos y 500 caballeros para liberar a la ciudad del Cuerno
de Oro. Embarcaron los caballos, las catapultas, los arietes y muchos
otros artefactos más para el asedio. Después de una travesía
corta tomaron tierra cerca de la ciudad imperial. Ahí dejó el
conde Roger su ejercito y cabalgó junto con Loboberto a la corte.
bandonad
ahora mismo el castillo y la ciudad" gritó el conde
Roger a los dos hermanos que le recibieron con escarnio y desprecio "Loboberto
es rey de Constantinopla según voluntad de vuestro padre y yo
le prometí bajo juramento defender su testamento hasta la última
gota de mi sangre." Viendo que las palabras del conde iban en serio y
que el de Barcelona no rehusara un combate, decidieron actuar cuanto
antes para atrapar a sus enemigos. Mandaron a la guardia armada rodear
el patio y atrapar a los dos. Pero el conde Roger llevaba siempre consigo
su cuerno de caza, lo cual tocó con todo el aire de sus pulmones
potentes. Un sonido ensordecedor escapó del instrumento y retumbó por
todo el país. Al escuchar el tono de su señor, los guerreros
y caballeros del de Barcelona acudieron más rápido que
el viento. Golpearon la puerta del castillo con tanta fuerza, que se
rompió en mil pedazos. Invadieron el patio de armas, las salas,
las habitaciones, las cámaras, incluso la despensa y las cocinas.
a
batalla fue terrible. ¿Quién cuenta los brazos cortados,
quién las piernas que yacían sobre el pavimento, quién
enumera las cabezas rodando por el suelo, quién describe el chirrido
de las espadas, el rechinar de los escudos, el crujir de los yelmos?
Las losas se tornaron rojas por la sangre vertida, los cadáveres
se amontonaron impidiendo el paso a los combatientes, que aún
seguían vivos. Tres días y tres noches duró el batallar
sin que hubo vencedor ni vencido. Al cuarto día llegó el
rey de Armenia con su ejercito para ayudar a Bogo y Walmuto. Otro baño
de sangre empezó y un caballero tras otro sucumbió hasta
que los 500 que se habían embarcado en Barcelona cubrieron las
losas del castillo. Y en medio de esta montaña de cadáveres
se mantenían a duras penas Loboberto, Roger y sus 16 hijos. "Vamos
a retirarnos" ordenó Loboberto "No podría soportar que
uno de tus hijos maravillosos cayese por defender mis derechos." El conde
asintió porque él también se percató de la
imposibilidad de resistir por más tiempo. Se lanzaron en dirección
del portal, sin embargo, en este combate durísimo murieron seis
de los 16 hijos. Y cada vez que uno fue abatido exclamó Roger
riéndose: "Ya estamos a salvo, no te preocupes mi señor".
Por fin lograron escapar de la ciudad y coger sus caballos. A pesar de
la persecución por parte de sus enemigos llegaron a un bosque
cercano donde se escondieron hasta la noche. Al hacerse de noche, encendieron
un fuego, protegidos en un valle salvaje. En la luz de las llamas Loboberto
contó a los que aún quedaron con vida. Sobresaltado preguntó a
su fiel vasallo: "Dónde están tus hijos, ¿no eran
16 que vinieron a luchar? y ahora veo solamente a 10." "No lo sé" respondió el
de Barcelona "Quizás se han perdido en esta maleza o han escapado
por otra puerta de la ciudad. Pronto los reencontraremos." Mas Loboberto
no creó a su maestro de armas y le rogó decir la verdad.
Entonces el conde de Barcelona admitió que los 6 que faltan han
muertos en la batalla final y cada sonrisa de significaba que le quedaba
uno menos. "Pero ¿cómo pudiste reírte mirando que
se muere uno de tus hijos?" exclamó Loboberto "¡Ojalá pudiera
tomar la venganza por el sacrificio de los tuyos!" "Señor, plácidamente
daría yo todos mis hijos si así pudiera salvar vuestra
vida."
ero
Loboberto no se consoló con esta respuesta de Roger. En un
arrebato de desesperación clavo la empuñadura de su espada
en el suelo y quiso quitarse la vida tirándose sobre la hoja afilada.
No obstante el conde lo advirtió en el último momento e
inmovilizó al mozo. "No puedes hacer tal locura, no puedes ni
debes morir" dijo Roger "Eran mis hijos y yo no lloro por ellos, así tienes
que callarte." Loboberto se dejó caer sobre el musgo mientras
Roger se ponía de guardia por toda la noche.
l
alba despertó a Loboberto diciendo "Una hembra rudo vaga por
el entorno de nuestra acampada. Está vestida con pieles vellosas
y su cabello cubre en mechones su rostro sucio. No es la primera vez
que la vislumbro, parece que os persigue, rogad a Dios que ella no os
acarree nuevas desgracias." "Si todo malo ya me pasa en mi juventud,
entonces tendré por lo mínimo una vejez sosegada." exclamó Loboberto,
mandó al conde a dormir y se sentó al lado del fuego para
hacerse cargo de la vigilancia. El sueño venció al conde
y al instante se acercó gateando la bestia de la cual había
hablado el de Barcelona. Sobresaltado Loboberto se puso de pie empuñando
su espada. "¡Qué diablo te ha mandado! ¡Qué quieres
de mí!" La criatura lúgubre, mitad animal, mitad ser humano,
movió lentamente su cabeza y susurró: "Te amo. Tú eres
el héroe llamado Loboberto que me salvará. Un reino y un
castillo firme serán tuyos, si me tomas como esposa." Lleno de
asco gritó el rey de Constantinopla: "¡Cómo puedo
amar a una diabla, que te vayas al infierno de donde has escapado!" En
este instante La Ruda Elsa , que así se llamó el ogro,
pronunció un hechizo y Loboberto cayó en un sueño
profundísimo. Ella le robó su espada y su caballo y se
alejó por la espesura del bosque. Cuando Loboberto se había
recuperado, buscó su arma y su corcel y como no los encontró siguió a
las huelles, que le condujeron por un camino encantado. Le era imposible
para o desviarse. Doce largas millas corrió hasta que llegó a
un claro pequeño. Ahí avistó a La Ruda Elsa que
le preguntó si ya había cambiado de opinión. "Qué no,
tu bruja malvada, devuélveme mi espada y caballo que me has robado
o te voy a estrangular con mis propios manos." "Estás cansado,
acuéstate un poquito mientras te peino tu cabello." "¡Desenreda
el pelo al diablo, pero no a mí!" gritó el joven, mas Elsa
le embaucó de nuevo y él se tumbó y cayó en
la más absoluta idiotez.
sí enfermado Loboberto vagó durante seis meses por el
bosque gigantesco, sobrevivió comiendo raíces y hierbas
y buscó desesperadamente al conde Roger y sus hijos. Tropezando
y balbuciendo corrió y gateó siempre en un círculo
inmenso. Mientras tanto también Roger registró toda la
espesura en vano. No encontró ni rastro de su señor. Vistas
las cosas así, mandó a sus 10 descendientes regresar a
Constantinopla y ponerse al servicio de Bogo y Walmuto, ya que eran de
todas las maneras los herederos legítimos de Hugoberto. "Sin embargo,
si encontrare a Loboberto un buen día, entonces os desvincularéis
de los dos hermanos desleales y retornaréis a las órdenes
de vuestro señor Loboberto, ¡qué Dios esté con
vosotros!" Así habló Roger, abrazó a sus hijos y
se fue solo con la esperanza de hallar a Loboberto a pesar de todo. Muchos
días cabalgó solitario por bosques y prados, campos y montañas.
Un buen día vislumbró a La Ruda Elsa en un desfiladero.
La siguió mucho tiempo con sumo cuidado hasta que llegaron a un
país lejano, llamado Troya la Vieja. Ahí se alzó una
catedral antiquísima. Delante del portal principal se paró Elsa.
Roger se acercó y se inclinó delante del monstruo. "Os
ruego con todo mi corazón a que me desvolváis a mi señor
y amo Loboberto. ¡Decidme a donde lo habéis conducido! Le
buscaré aunque tendré que irme a los confines del mundo." "No
robé a Loboberto" replicó ella "y si él no vuelve
con vos, es su propia culpa, él no quiso desposarme." Elsa intentó también
hechizar al de Barcelona, no obstante el conde se subió como un
rayo a su corcel y galopó fuera del alcance de la hechicera.
leno
de tristeza prosiguió su viaje y después de largos
meses logró salir de Troya la Vieja. Un día regresó a
la ciudad del Cuerno de Oro y se halló con sus hijos. "¿Habéis
visto a Loboberto?" quiso saber de ellos, pero le replicaron que no. "Seguramente
ya estará muerto." Bogo y Walmuto recibieron al viejo guerrero
con falsa cordialidad y le preguntaron si él no se pondrá a
sus servicios. Sin embargo, Roger se mantuvo firme: "Antes que no he
visto su cuerpo sin vida, no desistiré de buscarle. Por vuestro
padre Hugoberto os serviré, no obstante en el momento que regresare
Loboberto me pondré a sus órdenes abandonándovos.
Prefiero vagar con él por el mundo en ropa sucia y rota, a servir
a otros aunque sea en riqueza y lujo." Esta respuesta enfadó a
los dos hermanos sobre manera. Encadenaron al viejo conde y sus 10 hijos
y los echaron en el calabozo más profundo que había en
todo el castillo.
urante
todo este tiempo Loboberto prosiguió en su peregrinar
sin sentido ni meta hasta que le abandonaron sus fuerzas y su fe. Llorando
se desmayó y en un periquete estaba La Ruda Elsa a su lado, le
cuidó y le preguntó si por fin esté dispuesto a
casarse con ella.
i
por lo menos estuvieras bautizada" dijo Loboberto "me atrevería,
pero sólo por reconvertirme en aquel que he sido antes." "El bautizo,
noble príncipe, recibí hace mucho tiempo, y ahora, estando
tu predispuesto a casarme, te puedo contar mi secreto: una madrastra
mala me encantó, y por esto tengo esta figura tan repelente. Sólo
si el mejor hombre del mundo me casa, se acabará el hechizo. Sin
embargo, ¡el mejor hombre del mundo eres tú!" También
le contó las desventuras de Roger y sus hijos. Entonces Loboberto
sollozó lleno de tristeza: "Ay desdicha más grande, y encima
tengo que casarme contigo cubierta de pelos ásperos y rudos". "No
te desesperes, para mi marido, que será rey de Troya la Vieja,
habrá siempre un buen corcel y una espada afilada". Así las
cosas, Loboberto dio su mano a La Ruda Elsa y le prometió amor
y fidelidad hasta la muerta. Acto seguido Elsa le condujo hacia una cala
escondida donde les esperaba una embarcación. Izaron las velas
y se alejaron de la costa. Después de una travesía tranquila
llegaron a Troya la Vieja. Tomaron tierra y caminaron por una sierra
salvaje en medio de la cual se encontraba una fuente abastecida por dos
manantiales, frío el uno, caliente el otro. Elsa se sumergió en
el agua. Cuando salió de la fuente, Loboberto no la reconoció.
Estaba totalmente cambiada. Delante de él estaba una princesa
hermosa, con pelo largo, liso y dorado. "Ahora he dejado de ser La Ruda
Elsa , llámame de aquí en adelante Victoria, porque este
es mi nombre verdadero. ¿Me quieres todavía?"
oboberto
se miró y se daba cuenta que su aspecto era lamentable.
Los tiempos de su idiotez le habían pasado factura, su piel era
llena de cicatrices, sus manos se parecían más a patas
de un animal salvaje y su pelo le caía en mechones enredadas y
sucias. "¡Cómo puedo amarte, con la pinta que tengo me asemejo
a un monstruo, y no a un rey!" Victoria le invitó a lanzarse
de igual manera a la fuente. Al salir del agua cristalina, Loboberto
constató con sorpresa que se había convertido otra vez
en el joven rey y guerrero. Incluso los últimos restos de su locura
sa habían ido. Lleno de gracia abrazó a su bella y joven
esposa.
pesar
de ser ahora rey de Troya la Vieja Loboberto no olvidó a
su fiel compañero de armas, al conde Roger de Barcelona, ni a
los hijos de este. El hecho de saberlos prisioneros en Constantinopla
le ensombreció mucho, y él meditó durante tiempo
como liberarlos. De repente se acordó del Emperador Ortnit, quien
gobernaba a los Lampartos desde su castillo de Gardena. Tenía
la fuerza de 12 hombres. Le quería vencer y pedir como premio
su ayuda para conquistar la Ciudad del Cuerno de Oro.
ños atrás, Ortnit se desplazó hasta la tierra de
los infieles. Ahí secuestró a Sidrat, la hija del príncipe
Nachol que reinaba sobre Siria y Jerusalén. Sidrat era tan bella,
que todas las mujeres más hermosas de occidente parecían
plomo en comparación con el oro puro. Después conquistó Baviera
y Suabia, la Toscana y Apulia, Roma y el país de Santiago. Todas
estas victorias le hicieron tan petulante, que decidió someter
también Constantinopla y Grecia. Mandó 12 duques a Hugoberto
exigiendo un tributo. Hugoberto lo pagó, tanto le gustaba la paz,
pero Loboberto, aún siendo un niño travieso, exclamó: "Mi
padre os ha entregado el oro para preservar la paz, pero yo cuando sea
mayor, vendré un día con mi espada para recobrar todo esto."
oboberto
recordando estas palabras mandó equiparar una gran nave
y junto con Victoria y una cuadrilla de caballeros escogidos navegó hasta
llegar a Gardena. Ahí acamparon a la sombra de un tilo gigantesco.
Cuando el emperador Ortnit se percató de ellos, se extrañó muchísimo
a causa del atrevimiento de esta gentuza. que acampaba en su país
sin que le haya preguntado por el permiso. Enseguida se armó y
salió por la puerta grande de su residencia. Sin mediar palabra
le dio un empujón a Loboberto con su lanza pesada. Este se puso
de pie y gritó: "Me has despertado, esto va en contra todas buenas
costumbres. ¿Es qué en esta tierra no conocéis modales
agradables?" "Yo no he venido a hablar de educación y comportamientos
sino para retarte a un duelo. Te voy a enseñar a pisar el terreno
del emperador Ortnit sin su autorización. Por lasarmaduras que
llevas sé que eres la cabecilla de estachusma, prepárate,
soy tan fuerte como doce de vosotros juntos." "¡Qué buena
ocurrencia de vos, no tenía otra cosa en la mente que pegaros
unos golpes!"
ntes
de empezar el combate Ortnit quiso conocer el nombre de su contrincante,
mas Loboberto se negó. Ortnit opinó: "Según vuestra
mirada dura y vuestra conducta podáis ser Loboberto de Constantinopla.
Jamás le he visto y, sin embargo, desde hace tiempo me gustaría
luchar contra él." "¡Entonces defiéndete, el lobo
penetró en tu reino para recoger el oro de su padre!"
l
duelo empezó. Loboberto cayó tres veces al suelo a causa
de los terribles golpes que le infligió la espada del emperador.
Cuando se fue por cuarta vez al suelo, Ortnit pensó que ya había
ganado, no obstante Loboberto dio un salto tan rápido que a Ortnit
le era imposible cubrirse del golpe tremendo de su adversario. Se desplomó sangrando
por la boca y la nariz. Viendo esto, Doña Sidrat gritó llena
de desesperación corriendo en ayuda de su marido "¡Por qué queréis
matar a mi esposo! Traed agua." El de Constantinopla se acercó enseguida
a una fuente, sacó agua con su yelmo y la trajo a la emperatriz.
Junto con Victoria lograron despertar al guerrero. Envainaron los dos
sus espadas y se juraron amistad eterna. "Si nos juntamos, seremos invencibles" se
dirigió Loboberto a su nuevo amigo "Por esta razón te ruego
ayudarme en recuperar mi reino. Mis dos desleales hermanos, Bogo y Walmuto
me lo quitaron y encima cautivaron a mi viejo maestro de armas, el conde
Roger de Barcelona y sus 10 hijos y los tienen recluidos en un calabozo." Ortnit
prometió su ayuda e invitó a Loboberto de quedarse como
huésped el tiempo necesario para armar un ejerzo.
edio
año tardaron en formar la hueste. El último día
antes de la partida, Ortnit convocó a todos sus leales a una cacería
de despedida. En un claro montaron una carpa para Sidrat y Victoria
con sus damas. De pronto pasó un ciervo con cornamenta dorada
por el claro. Este había mandado un gigante llamado Drasián,
que había echado un ojo a Victoria. Así esperó que
los cazadores se alejasen y poder raptar a Victoria sin problemas. El
plan funcionó. Mientras Ortnit y Loboberto perseguían al
venado, Drasián se lanzó sobre Victoria y se la llevó sonriendo
a pesar de sus gritos.
lantos
y desconsuelo recibieron a los cazadores en su regresar con el ciervo
abatido. Se les mostró la dirección que había
tomado el gigante y sin perder ni un segundo empezó la nueva batida.
Los dos héroes rastrearon todo el bosque sin resultado ni pista
alguna del gigante. El cuarto día llegaron a una ermita donde
desmontaron con el proposito de descansar algo. Ortnit se durmió al
instante. Acto seguido Loboberto se levantó y habló al
anacoreta: " Díle a Ortnit que me fue para terminar esta desventura
en solitario. No deseo que a él pasara una desgracia, ya tengo
bastante con lo que Roger tiene que sufrir por mi causa. Díle
que se vaya a su castillo y que me espere allí."
iete
días y noches vagó Loboberto por la espesura comiendo
bayas y bebiendo agua de manantiales sin topar con nadie. A pie de una
pared altísima se derrumbó por cansancio. Se sentó al
lado de una fuente de la cual brotaba agua cristalina. Sin embargo, la
pared formaba parte del palacio de Drasián. Ahí dentro
estaba Victoria presa. Le estaba vetado salir del recinto, no obstante
podía mandar a una doncella para recoger bayas y frutos silvestres.
También le gustaban mucho las hierbas que crecían en los
alrededores de la fuente. Y precisamente este día ordenó que
le trajesen algunas de ellas.
uando
la sirviente se acercó al prado, se percató del
jinete desconocido, de quién creí que era un pelegrino
y le preguntó que quería. "Pues nada, solamente un poco
de reposo y sosiego. ¿Mas que buscas tú en una hora tan
tempranera? bella moza" respondió Loboberto. "Hierbas y raíces
para mi señora, que es mil veces más bella que yo." "¿Cómo
te llamas?" "Mi nombre es Alegría" respondió ella. "¡Qué nombre
más bonito! así tus días estarán siempre
llenos de alegrías" afirmó el caballero. "¡Qué no,
señor, qué no! No sólo a mi falta la alegría
sino asimismo a las otras mozas de esta casa de piedra. Lloramos todo
el día, ya que nuestra pobre señora tiene que casarse mañana
con el gigante Drasián. Todos sus ruegos e imploraciones resultan
infructuosos, ni el hecho, que ella ya contrajo matrimonio con otro hombre." "¿Quién
entonces es su esposo?" inquirió el guerrero. "Oh, un héroe
conocido por todo el mundo, Loboberto de Grecia, ¿no lo conocéis?" Así siguieron
charlando. Como Loboberto ya sabía que la señora no era
otra que Victoria, se quitó un anillo del dedo y lo regaló a
la doncella. A cambio ella debía pedir cobijo para él a
su señora. Alegría lo prometió. Al volver con la
cosecha, Victoria vio el anillo en el dedo de la sirviente. Indagó de
donde lo tenía. Alegría contestó de un pelegrino,
que está pidiendo un techo para esta noche. Victoria corrió hacia
la ventana para echar una mirada y vio su sospecha confirmada, se trataba
de Loboberto. En este instante entró Drasián en la cámara.
Victoria le comentó, que ya no se oponía a la boda, únicamente
deseaba una cosa, que él le permitiese hospedar a este pobre pelegrino
en el palacio por esta noche. Entonces bajó el gigante e invitó al
viajero desconocido quedarse con él.
a
cena sirvieron mucho pequeños enanos, los empleados de Drasián.
Después de haber disfrutado con los manjares exquisitos, el gigante
llamó a Victoria para presumir de su hermosura. Y cuando se vanaglorió que
mañana la iba a desposar, Loboberto se puso de pie y sacó su
espada que tenía escondido debajo de su túnica. Voceó: "Ahora
entérate con quién has compartido el pan y el vino: Loboberto.
Estoy aquí para retomar lo que es mío." "No tengo nada
en contra" respondió el gigante, medio sorprendido, medio divertido. "Si
quieres batallar conmigo y morir de mi propia mano."
rajo
tres armaduras, una de oro, otra de plata, mas la tercera de hierro
tomada de orín. "Escoge una de las tres." Sin pensárselo
Loboberto tomó la herrumbrosa. Drasián palideció: "¿Quién
guía tu mente? para que elijas la menos vistosa. Pensé que
prefieras la áurea o la plateada, sin embargo, cojiste la mejor,
la más resistente. Pero no importa. Te despacharé de todas
maneras."
l
salir del palacio y al haber intercambiado los primeros golpes, Loboberto
se dio cuenta que Drasián tenía una fuerza enorme. Encima
era el triple más alto que él. Sin embargo, no era muy
veloz y no era capaz de moverse rápido. Así el de Grecia
brincó de un sitio a otro y de improviso se deslizó entre
las piernas del gigante inferiéndole una grave herida en la corva.
Al perder el equilibrio Drasián se fue al suelo. Pero apenas el
coloso había tocado la tierra, Loboberto saltó encima de
su pecho y le partió el cuello.
l
de Grecia y su esposa llegaron 5 días más tarde a la
ermita. El anacoreta les informó que Ortnit había muerto
a causa de un dragón, manado por Nachol, el príncipe pagano,
en venganza por el rapto de Sidrat, su hija. Pero esto todavía
era lo peor: Victoria enfermó gravemente como consecuencia del
miedo vivido y las penas sufridas. Poco después de haber vuelto
a su reino se murió. Loboberto lloró tres día y
noches a su lado. La enterró en la misma catedral de Troya la
Vieja, donde aún siendo La Ruda Elsa ella había hablado
con el conde Roger.
ios
ya no me quiere" exclamó Loboberto "Me quita mi reino, mis
amigos, mi mejor compañero, y ahora encima mi amada mujer. Quizás
lograré mi salvación por un peregrinaje a la Tierra Santa." Así lo
decidió, cogió el bordón y emprendió su peregrinación
hacia Oriente.
a
de vuelta de la Tierra Santa , Loboberto oyó hablar de un tal
Belián, un pagano que solía retar a cualquiera que pasaba
por su castillo a un duelo con navajas. Hasta ahora había vencido
a todos, sus cabezas empalados en las almenas de su castillo "Nidal del
Halcón" contaban esta historia tan cruel.
n
el mismo instante Loboberto decidió visitar este lugar tan
inhóspito, vencer a ese guerrero y ganarle como compañero
para la reconquista de su ciudad y su reino. A cabo de doce días
llegó a la fortaleza mencionada, reconocible desde lejos por los
cuervos negros que volaron encima de las 500 calaveras expuestas. Toda
la vhierba estaba quemada, ni una flor saludaba al viajero intrépido.
Belián y su hija, la bruja Zaída le vieron acercarse. A
Zaida le gustó mucho este caballero cristiano, así que
rogó a su padre hospedar sin más a este joven guerrero.
Belián salió de su castillo y cabalgó hacia el forastero: "Bienvenido
seas, aunque eres cristiano, quédate como invitado en mi castillo." Loboberto
aceptó y al final de la cena se levantó el infiel y dijo: "No
puedo renunciar a la costumbre de esta corte, tenéis que luchar
conmigo como cualquier otro que ha pasado por estos lares." Entonces
Zaída se enfadó mucho: "¡Qué me has prometido,
padre! Respétame este caballero, prefiero bautizarme ante de verle
muerto por tus cuchillos." Belián asintió y se dirigió a
Loboberto: " Escucha cristiano, si te casas con mi hija, el castillo
con todos sus tesoros, mi reino y sus súbditos serán tuyos. ¿Quieres
convertir en uno de los nuestros?" Pero el de Grecia se pensó,
no me fuí de pelegrino a Tierra Santa por esto. Así que
se calló, pero en la noche Zaída se acercó a su
cámera y le preguntó: "¿Vos sois Loboberto, el de
Grecia?" "¿Por qué lo quieres saberlo, doncella mía?" indagó nuestro
héroe. "Es que tú eres el único que puede vencer
a mi padre." "No, estás equivocada, soy Pilgrím de Troya
la Vieja" respondió Loboberto. "Mi padre es un salvaje" afirmó la
princesa "Mañana te retará seguramente. Pero si me desposas
te aceptará como yerno y pasaremos el resto de nuestros días
en paz aquí en el "Nidal del Halcón" "Ay, querida princesa
mía, no sabes cómo me gustaría, no obstante soy
cristiano, no me es posible unirme a vos." "Reniega de tu creencia, adora
a Mahoma y todo irá bien" Loboberto saltó de la cama: "Sólo
admito un señor, Jesús Cristo, quién murió en
la cruz por todos nosotros, no puedo traícionarlo." " Así,
muérate, perro cristiano, mañana se te demostrará quien
es más fuerte: Mahoma o tu Cristo."
l
alba gritó Belián: "Renunciaste a mi única hija
y te has negado a reconocer a Ala, un sitio en las almenas ya es tuyo,
coge tus navajas y empezamos a tirarlas." Se colocaron 2 escabeles en
el patio. Los combatientes se subieron, no les era permitido tocar el
suelo con los pies. Alrededor de ellos se puso la guarnición,
uno con la pica preparada para la testa de Loboberto, así de seguros
de la victoria de su amo estaban. Los contrincantes vestían sólo
una camiseta, únicamente se podían proteger con el escudo.
s
costumbre entre nosotros, que empieza el anfitrión, ¡cuida
tu melena!" profirió Belián. La navaja voló silbando
por le aire, mas Loboberto se agachó aún más rápido. "Mahoma,
ayúdame, la primera falló, ahora acertaré con la
segunda. ¡Cristiano, mira tus pies!" La navaja vino como un rayo,
pero Loboberto saltó con ambos pies al mismo tiempo y la hoja
se clavó en la tierra detrás del escabel. "¿Quién
te enseñó este salto? Sólo uno lo domina, el conde
de Barcelona, Roger ¿No serás tú su alumno, Loboberto
de Grecia?" " Equivocado estás, me llamo Pilgrím de Troya
la Vieja, tira ya tu última navaja, después me tocará a
mi poner tu cabeza ahí arriba al lado de las otras." Belián
lanzó y Loboberto se torció dando una vuelta entera, el
arma pasaba cerca de su corazón sin hacerle daño alguno.
l
pagano empezó a pedir clemencia, sin embargo, Loboberto se
la negó "Yo aguanté tus tres tiradas, ahora te toca a ti.
Guarda tu ojo izquierdo y tu pie derecho." susurró mirando firmemente
a los ojos de su contrincante. Este subió el escudo, pensando
en sus ojos, la navaja silbó y le clavó el pie derecho
en el escabel. "Cuida tu frente" gritó Loboberto a Belián
que aullaba de rabia y dolor y ya atravesó el puñal el
escudo rompiéndolo para partir la cabeza del infiel. "Ahora sabed
mi nombre: es verdad, soy Loboberto de Grecia, tu Mahoma es tan muerto
como tú" Dicho esto, el tercer cuchillo se clavó en el
corazón de Belián. Lleno de rabia y ira, la guarnición
se abalanzó sobre el de Grecia, que repartió espadazos
tan tremendos que huyeron todos. Loboberto se montó tan rápido
como pudo en su corcel y galopó hacia el portal. Pero no llegó lejos,
porque al salir de la fortaleza se vio rodeado de un mar en llena tempestad.
Eso era obra de Zaída, la hija bruja de Belián. A duras
penas dominó su caballo, cuando surgió ella delante de él: "Maldito
perro cristiano, ¡ahógate en la mar o muérete en
el recinto!" Sin embargo, Loboberto la cogió como un rayo y la
subió al caballo. La agarró firmemente y dio las espuelas
a su caballo, quería llevarla consigo al agua. Pero al pisar el
caballo el agua, empezó a levantarse un puente de cristal encima
de los remolinos. Llegados al punto más alto, Zaída le
dijo: "Ves, que a pesar de todo te quiero aún, por eso te salvo, ¿no
podrías aflojar un poco tu agarrar? para que me sea posible tomar
algo de aire." Loboberto creó a sus palabras y la soltó un
poco, mas ella se convirtió en una urraca, voló hacia el
castillo y gritó desde las almenas: "Ahora estás acabado ¡Muérate,
muérate!" En el mismo instante el puente empezó a hundirse.
Loboberto se encomendó a Dios, y saltó con su caballo del
puente. Pero en vez de caer al mar, se encontró en medio de un
prado florido. No obstante Zaída no se daba por vencida y mandó un
incendio que rodeó al de Grecia por todos los lados. Envalentado
Loboberto dirigió su caballo a través de las llamas, que
cesaron en el mismo momento.
sí dejó Loboberto las Tierras de Belián estando
convencido que este pagano no hubiera sido el compañero de armas
deseado para retomar Constantinopla. "Ay, ¡qué perdida la
de Ortnit !" se pensó. Entonces se acordó que no había
preguntado acerca del dragón. Tenía demasiado prisa en
volver a Troya la Vieja, ya que Victoria estaba muy enferma. Así las
cosas se decidió a visitar al viejo anacoreta. Llegó después
de un cabalgar largo, saludo al ermitaño, y le preguntó por
los detalles de la muerte de Ortnit. "Gustosamente te lo voy a contar:
Un día mandó Nachol, el padre de Sidrat, la que ha sido
raptada por Ortnit, un caballero a la corte de Gardena. Este hombre entregó dos
huevos enormes diciendo que eran un regalo de su señor para Ortnit,
del uno saldrá un sapo de Abrahán, un animal que traerá un
montón de tesoros mediante su boca, mientras del otro nacerá un
Olifante, animal milagroso, jamás visto por estas tierras. El
emperador se lo agradeció y le nombró guardián de
los dos huevos. Este hombre se fue con ellos a la sierra y los expuso
al calor del sol. A cabo de poco tiempo salieron dos dragones de los
huevos. Al inicio eran aún pequeños y no causaron mucho
daño. Pero poco a poco empezaron a comer todo tipo de animales,
cabritos primero, vacas después, incluso campesinos y granjeros.
Así estaban las cosas, cuando vos fuisteis solo en búsqueda
de vuestra esposa. Ornit se dirigió entonces con su fiel perro
y su espada Alba por el bosque cuando uno de los dragones vino a cogerle
y se lo llevó a su cueva. El perro volvió aullando al castillo
de Gardena y Doña Sidrat comprendió en este mismo momento,
que su marido había muerto. Un caballero siguió al perro,
que le condujo al sitio de los hechos, pero cuando el noble se percató de
las gigantescas huellas dejadas por el monstruo, corrió espantado
a casa. Desde entonces muchos han intentado matar a los reptiles, sobre
todo porque Doña Sidrat prometió contraer matrimonio con
el héroe que lo consiguiese. Ninguno tuvo éxito y muchos
de ellos no retornaron jamás." Loboberto exclamó: "Así puedo
aún vengar la muerte de mi compañero, dime ¿ por
donde se encuentra esta cueva tan maldita?" El anacoreta le describió el
camino y el de Grecia emprendió su peligroso caminar.
n
medio del bosque avistó la cueva en lo alto de una ladera
muy empinada, solo accesible para un escalador experimentado. "¡Oye
malvada bestia!" gritó "Aquí se encuentra uno que quiere
vengar la muerte del emperador Ortnit ¡Sal si te atreves!" Sin
embargo, los dragones estaban fuera cazando para su prole. Cuando regresaban,
se abalanzaron con tal vehemencia sobre Loboberto, que su caballo huyó.
Hasta la tarde duró el combate. Al final el de Grecia ya estaba
exhausto y medio envenado por la pestilencia de los dos monstruos. Levantó su
espada en un último esfuerzo y golpeó la cabeza del más
viejo con tanto ímpetu que su arma se partió en mil pedazos.
Desarmado, le cogió una bestia por el cinturón y le echó en
la cueva para buscar todavía el caballo huido. Los pequeños
dragones no podían morderle a causa de su armadura y malla fuerte,
Loboberto tenía así la posibilidad de investigar la caverna.
Encontró el anillo imperial de Ortnit en un hueso de un dedo y
no lejos de ahí su espada "Alba". Lleno de alegría cogió el
anillo , empuñó el arma y mató un cachorro detrás
de otro hasta que todo la camada estaba hecho añicos. Al salir
de la cavidad vio los dos adultos durmiendo al pie del pendiente. Ellos
habían zampado el caballo y tenían ahora la panza llena.
Sigilosamente se acercó y abrió a ambos las tripas. Muertos
los dragones, les cortó las lenguas a todos y las metió en
su bolsa. Después enterró los huesos del emperador Ortnit
y emprendió el camino hacia Gardena. Tenía la intención
de visitar a la bella viuda Sidrat.
n
aquellos días se encontró otro caballero andante por
este bosque. No rechazaba la idea de hacerse con el lecho y el trono
de Sidrat. Se llamaba Wilo y era duque de Piterne. Pocas horas después
de la partida de Loboberto llegó a la cueva viendo los dragones
muertos. Sobresaltado de alegría por la ocasión que se
brindó, cortó las cabezas. "Con esta prueba ¿quién
podrá negarme la mano de la bella Sidrat ?" se pensó el
pícaro. Le recibieron con todos los honores en la corte de Gardena. "Por
fin llega un héroe digno del trono. Él pondrá de
nuevo orden en el reino de los Lampartos." dijo la emperatriz.
ero
cuando el festejo estaba en su punto más cálido, entró en
la sala un pelegrino vestido con manto oscuro, la cara escondida por
una capucha negra. Se arrodilló delante Sidrat sin pronunciar
palabra alguna. La emperatriz mandó a un sirviente de ofrecer
una copa de vino al forastero. El desconocido la vació en un trago,
pero antes de devolverla, dejó caer dentro el anillo de Ortnit
con un sonido claro, de campana. "Traed esto a la noble dama". Llena
de curiosidad, Sidrat tomó la copa y la miró. Sorprendida
se levantó y le preguntó al desconocido: "¿Dedonde
has sacado esta joya?" "De la cueva de los dragones los cuales
he matado para vengar la muerte de Ortnit" respondió el pelegrino
con toda la tranquilidad. "Te vanaglorias de una hazaña acometida
por orto. Las bestias, las mató el duque de Piterne, Wilo, con
cual voy a contraer matrimonio dentro de pocos días." El extraño
gritó: "Si ha vencido a los dragones ¡qué lo pruebe!" Encolerizado
Wilo gimió: "¿Qué quiere este mendigo? ¿Cómo
se atreve a dudar de mi gesta? Ahí están mis pruebas y
señaló a las cabezas que posaron encima de una tabla larga. "No
pongo en duda que habéis cortado las cabezas, sin embargo, matar
dragones es una cosa bien distinta." respondió el pelegrino en
tono burlador. Se originó un gran tumulto en la sala. Ya querían
ahorcar al desconocido por mentiroso cuando este dijo: "En toda mi vida
no he visto a un dragón sin lengua, creo que Wilo es el primero
en haber cazado tan rara especie." Y con una sonrisa sacó las
lenguas de los dragones de su bolsa. "Por poco os habríais casado
con un embustero." Y con estas palabras, el pelegrino se quitó la
capucha. "¡Loboberto!" exclamó Sidrat sobrecogida de alegría,
mientras Wilo se alejó a hurtadillas. Al otro día siguiente
se celebró la boda y Loboberto se sentó en el trono del
reino de los Lampartos.
pesar
de todos estos éxitos, Loboberto no olvidó ni a
Roger, su fiel compañero de armas, ni a los 10 hijos del de Barcelona.
Armó un gran ejercito, se puso al frente de la hueste, se embarcó con
todos y algún tiempo más tarde arribó en su antiguo
imperio. "Esperad aquí, me iré solo a Constantinopla para
averiguar como se encuentran mis once amigos. Llevaré el tan famoso
cuerno conmigo, si lo escucháis, acudid en mi auxilio." Se disfrazó otra
vez de pelegrino y emprendió el camino. Al atardecer llegó a
la ciudad del Cuerno de Oro. Buscando una entrada oyó voces que
lloraron en la oscuridad. Mirando por sus alrededores, se percató de
10 hombres que estaban encadenados a las almenas. "Vosotros prisioneros ¿qué lamentáis
tanto?" quiso saber. "Es a causa de Loboberto, largos años pasaron
desde que le hemos visto por última vez. ¿Dónde
podrá estar? ¿Vos, le conocéis, le habéis
visto acaso?" le respondieron. "Si, lo conozco muy bien, está vivo,
es rey de Troya la Vieja y emperador de los Lampartos. En su dicha os
habrá olvidado" "Mientes" le contestó el más viejo "O
está muerto o está en tales apuros como nosotros." En este
instante Loboberto salió de la oscuridad y se quitó el
disfraz "Mirad, soy yo" Entonces saltaron los 10 con tanto ímpetu
que se rompieron las cadenas. Uno detrás de otro bajó del
muro. Loboberto besó cada uno de ellos. "Pero décidme ¿donde
está Roger?" "Se murió de añoranza, nostalgia y
saudade" le dijeron y le condujeron a la tumba del conde de Barcelona.
Delante de la sepultura Loboberto rezó y pidió al cielo
que le dejase escuchar por última vez la voz de su fiel amigo
y maestro. Entonces sonó la voz tan querida de Roger: "Loboberto,
consuelo de mi alma, bienvenido seas. Ahora descansaré en paz
hasta el fin de los tiempos, porque he oído tu voz y escuchado
tu pisar firme."
l
mismo tiempo, los del castillo se percataron de la ausencia de los
10 prisioneros. Bogo y Walmuto llamaron a las armas y salieron de la
fortaleza. Sin embargo, Loboberto mató un enemigo detrás
de otro, y siempre un hijo de Roger cogió la espada que cayó al
suelo. Entonces el de Grecia tocó el cuerno y como un rayo atacó el
ejercito de los Lampartos a los de Bogo y Walmuto. El castillo se rindió,
los 2 hermanos desleales fueron apresado y Loboberto entró por
fin en su ciudad. A cada uno de los hijos de Roger dio un condado y sus
hermanos le juraron fidelidad. Loboberto se fue a residir a Gardena donde
vivía feliz al lado de su mujer Sidrat, la cual le parió un
hijo.
uando
se murió su esposa, la bella Sidrat , Loboberto abdicó y
entró en un monasterio como un monje más. No quería
honores o trato diferenciado por el hecho de haber sido emperador. "Dios
creó a todos los hombres iguales, para él un emperador
vale lo mismo que un mendigo, y la felicidad para uno y otro no es distinta."
na
noche se recluyó en la capilla para someterse a una penitencia
aún más dura. Entonces le aparecieron los espíritus
de todos sus contrincantes del pasado. Tuvo que sufrir todas las luchas
y combates de su vida por nuevo. Era la prueba más dura que jamás
había superado. Por la mañana los monjes le hallaron desmayado
sobre las losas, su pelo y su barba eran tan blancos como la nieve a
causa de la angustia vivida. Lo curaron y todavía le quedaban
16 años de vida hasta que un día exhaló su alma
lleno de paz celeste.